Era la inocencia cálida, solemne,
el asombro feliz en la mirada,
la dulzura en la arena y en el agua,
eterno devaneo de los instantes.
Era el sueño, verdad más que evidente,
realidad incontenible, a manos llenas,
borbotones de magia sin palabras,
hechuras de misterio y de alegría.
¿Cuándo fue la expulsión de aquel dominio,
de la gracia infinita y sus contornos?
Hoy me adentro en la fe de los recuerdos,
a sabiendas de que hay un mundo nuevo,
un mundo nuevo en la visión del niño,
que se esconde en mi alma desde entonces.
A él, a ella, niño, niña, mago,
maga, infinito poder, transmutación
de la noche en ráfaga estelar,
en mis sueños lúcidos invoco
y le imploro el retorno de la dicha
que, cual faro radiante, me alumbraba.
Isabel A.M.Miralles ( de su poemario » De sol a sol»