Últimamente, tengo la sensación de que nos cuentan demasiadas milongas y hay muchos oídos patinando en diferentes pistas, aunque todas del mismo propietario: el desconcierto.
¿En qué lugar, en qué pozo sin luz y sin rescate vino a caer la voz de ese Pepito Grillo que nos llamaba al orden y a la sensatez?
¿En qué paisaje desolado y triste se esconde el rey de la concordia que aguardaba el momento idóneo para brindar a todos el manto de su abrazo?
¿Qué luna de pérfida guadaña arrebata esperanzas en la noche y derrama en su impostura los mortales decretos que a los zombis iluminan?
¡Dadme sol, por Dios, que necesito el aire de la vida!
Autora: Isabel Ascensión M.Miralles